viernes, 10 de abril de 2009

VALE LA PENA ESCUCHARLO

Cuando aprecen los cofrades con sus teas de parafina en la plaza, se hace el silencio, se apagan las luces y la luna, como manda la tradicción, aparece para recibir en la plaza a esa imagen del Cristo de la Buena Muerte . Te invade una sensación de que el tiempo se ha parado en el pasado, hemos viajado en el tiempo y volvemos a la edad media, y ese Jerusalem suena ahora de otra manera. Un escalofrio recorre tu cuerpo cuando esas voces al unosono repiten "Jerusalem, Jerusalem, convertere, convertere, ad dominum deum tuum"