Tres Cantos-Madrid
España
El Eclesiastés (10,20) dice: “Ni en los secretos de tu cámara digas mal del rico, porque los pájaros llevan la noticia y un ave hará saber tu palabra”.
La mitología atribuía a ciertas aves el poder de anunciar sucesos (los cuervos, a la izquierda, vaticinaban una desgracia….). Las palomas mensajeras, mas probablemente, estén en el origen del dicho.
Esta frase se aplica a los momentos (chistes, situaciones,..) graciosos que provocan una risa intensa y prolongada.
Hay variantes: Unos dicen que murieron de risa, al estallarle las venas, otros que de risa se cayeron de la silla y se dieron un golpe mortal.
Otros atribuyen la curación a la risa, contando el caso de un obispo que tenía un tumor que lo estaba ahogando. Vio a una mona que imitando lo que hacían los criados, metió su cabeza dentro de una olla; esto produjo tanta risa al obispo, que le reventó el flemón. De ahí el proverbio: “Riendo sanó, porque rió de lo que vio”
Otro año mas, el ayuntamiento, que es el que a fin de cuentas el que paga, nos ha sorprendido con un espectacular festival de fuego, luz y sonido, aunque para poder escuchar las narraciones hay que estar muy cerca, pero como los dan en diferido por televisión, se puede escuchar, tanto la música como los poemas que recitan y las imágenes que algunas veces proyectan sobre algún sitio.
Yo la verdad, prefiero verlos en directo pero un poco mas lejos, aunque no exento de poder contemplar todo su encanto, y es que a mi personalmente me gustan, y por eso os mando una muestra de los cuarenta minutos que duraron.
Se echó en falta un poco de aire para disipar el humo que se iba formando alrededor de las explosiones, claro que en contrapartida, no pasamos frío.
Hace unos días, fui al médico por culpa de un catarro mal curado y ya de paso le pedí, por eso de la edad, que me hiciera análisis para un control rutinario, vamos para justificar porque me encontraba bien. Cuando fui a recoger los resultados, los miró el médico y me dijo. "pues que siga usted tan bien", porque los datos reflejaban que todos estaban donde debían estar. Después pasé por la farmacia y me tomé la tensión, por eso de probar, y me dice la de la farmacia: "está de libro, 12-8"
¿Qué mas se puede pedir? Para mí creo que nada, así que tendré que pedir salud para los demás, de todos los que me rodean que andan un poco pachuchos, que se mejoren, y a esperar que venga otro año igual, con los mismos resultados (al menos los médicos), y como dice mi madre a cumplir de uno en uno.
Bueno, que estáis invitados a un trozo de tarta y un café.
Hace unos días estuve hablando con un amigo de mis tiempos en la universidad laboral de Cheste en Valencia , y hoy recibo con tremenda alegría un correo de un antiguo compañero de entonces pidiéndome que escriba algo de aquellos tiempos. ¿Casualidad?. Creo que Paco se equivoca, porque han pasado cuarenta años y todavía hay alguien que se acuerda.
Yo, para mi desgracia, aunque tengo recuerdos de aquellos años, mi mala memoria (sobre todo para los nombres) no da para mucho.
Recuerdo como nos organizabamos para dirigir el tráfico con nuestros cascos blancos y nuestras manoplas, recuerdo el majestuoso paraninfo que llenaba todo, era el emblema, el cine mas grande de España y el cuarto mas grande de Europa en aquellos tiempos. Aquellos guardas que vigilaban el recinto, con su cinto al hombro, y es que eramos muchos (el primer año casi dos mil quinientos) y con edades muy pequeñas (de once a quince años). Los colegios con nombres de animales, árboles, plantas y peces. Creo recordar que yo pasé por el Buho y el Olmo, seguro que por alguno más, ¡pero de eso hace tanto tiempo!.
Otro grato recuerdo son las excursiones que hacíamos, Cullera, Valencia, Sagunto, Salou, y seguro que muchos más que no recuerdo. Aquellos viajes interminables cuando ibamos desde Zamora o regresábamos a casa de vacaciones. El día que murió Nino Bravo pasamos por Madrid.
De la comida, recuerdo que no era muy buena, y no es que yo fuera un exquisito, todo lo contrario, porque en casa de mi padre se comía lo que había y no siempre variado, pero reconozco ahora que cocinar para tanta gente no es fácil. Pero había una crema creo que era de champiñones, que nunca fui capaz de comer.
Recuerdo algunos compañeros, pero no sus nombres, de uno en particular que echaron porque con otros pusieron un tronco atravesado en la carretera. De otro que pillaron robando el el Corte Ingles en una excursión. De uno de Chirivella que le pusieron una especie de arnes para que no se doblara, o de los dos hermanos mellizos, que uno dormía en mi mismo módulo.
Me acuerdo de que cuando apagaban las luces de los pasillos nos dejaban un tiempo para leer en la cama y nos ponían música. Siempre recordaré la de "Seal with a kiss" de Bobby Vinton. Algunas veces como castigo un tutor en particular nos mandaba a leer un libro a su habitación en voz alta.
Son muchas cosas que la memoria poco a poco va dando forma. Seguro que en algún momento recuerdo mas cosas y os las cuento.
La he buscado por internet, le he preguntado a profesores de autoescuela y nadie ha sabido responderme.
Así empieza esta historia del último libro que he leído y que nos muestra verdaderamente hasta donde puede viajar nuestra imaginación.
Osama -protagonista y narrador- regresa desde Estados Unidos a su Beirut natal, donde su padre un hakawati (es lo que en occidente conocemos como Cuentacuentos, hombres que cuentan historias en bares y mercados. Algunas de esas historias podían durar meses enteros e incluso entre ellos disputaban la mejor versión de una misma historia) o cuentacuentos profesional se encuentra gravemente enfermo. A través de éste joven conoceremos su infancia, la guerra contra Israel, y sobre todo la relación entre abuelo, padre y nieto. Conoceremos a su “extraña” familia, cuyos miembros nos harán y reflexionar sobre las relaciones humanas. Historias se van mezclando con cuentos tradicionales y leyendas que le deben mucho a Homero y Ovidio, a “Las Mil y Una Noches”, “El Antiguo Testamento” y “El Corán”, como el propio autor reconoce en las “Notas y Agradecimientos” que cierran el volumen, y que han ido pasando a través de generaciones de manera oral. Princesas, duendes, monstruos, alfombras voladoras, palomas mensajeras, espadas mágicas y tesoros ocultos se mezclan con conflictos bélicos, política y exilio.
El autor Rabih Alameddine nació en Jordania en 1959. Residió en Kuwait y el Reino Unido y en 1976 fue a vivir a Estados Unidos. Allí se graduó en ingeniería. Durante una época de su vida se dedicó a la pintura hasta que descubrió en la literatura su verdadera vocación.